Javiera Parada tiene 30 años cuando se realiza el documental, vive rodeada de DJs de música electrónica y sumergida en la producción de fiestas: en su nuevo mundo tras dejar un pasado doloroso. Se necestaron 15 años para que se reabrieran las imágenes de un documental en que ella de niña relata el asesinato de su padre. Desde Barcelona los espejos del pasado y el presente se vuelven reflejo. Se rescata la memoria de un Chile que avanza, de una generación que retoma su identidad, aceptando, a través de una historia particular, que una Javiera de Chile es un hoy una Javiera de Barcelona.