Luego del desbaratamiento e ilegalización de las organizaciones sindicales después del golpe de estado, el movimiento de trabajadores y trabajadoras poco a poco logró reconstruirse desde los bordes de la clandestinidad hasta llegar a conformar un movimiento social de masas, durante la primera mitad de los 80, para contribuir al proceso de recuperación de la democracia. Las conmemoraciones de los 1° de Mayo, dentro del contexto represivo, fueron creciendo en convocatoria, impulsos a los que también se sumaron otras organizaciones poblacionales, estudiantiles, de mujeres, profesionales y de derechos humanos, que salían a la calle demandando trabajo y libertad. Pese a los esfuerzos mancomunados de los trabajadores, la dictadura cívico-militar y su revolución neoliberal instaló triunfante un modelo que redefiniría las relaciones sociales de las siguientes décadas, marcando así la pauta para lo que sería el nuevo siglo.