Las víctimas de Colonia Dignidad exigen responsabilidades a Chile y Alemania
- CL MMDH 00001511-000001-000006
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- 2016
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Reportaje de Agencia Efe emitido el 9 de julio de 2016. 16 de agosto de 1968. Un pequeño papel arrugado llega a la embajada alemana en Santiago. Una caligrafía desesperada denuncia que su familia está encerrada en Colonia Dignidad; que a sus hijos les pegan a diario; que a su mujer la tienen aislada. "Por favor, sáquennos de aquí". El embajador jamás hizo nada. El remitente era Natan Bohnau, un colono alemán encerrado desde 1961 junto a otros 300 compatriotas en una finca en medio de frondosos bosques, en el sur de Chile. Un "paraíso cristiano" al que llegaron huyendo de los estragos de la Segunda Guerra Mundial. Pero la pervertida personalidad de su líder, Paul Schäfer, acabó convirtiendo el paraíso en un campo de concentración. "Ni el Estado alemán ni el chileno hicieron nada, a pesar de que sabían que se cometían atrocidades", explica el abogado Winfried Hempel, nacido en Colonia Dignidad. Hasta el año 2005, Schäfer sometió a niños y adultos en un lugar que funcionó como un "Estado dentro del Estado". Ningún país se atrevió a tocarlo. Alemania, por no ensuciarse con "una reminiscencia del nazismo"; Chile, por su perpetua idealización de lo germánico. Tras seis años de trabajo, Hempel está a punto de presentar una demanda colectiva contra el Estado chileno. La querella, apoyada por 120 excolonos, exige que se repare a cada víctima con un millón de dólares. Están convencidos de que ganarán.