El CADA realizó en Santiago de Chile entre 1979 y 1985 arriesgadas acciones e intervenciones en las calles y lanzó convocatorias de gran alcance que pugnaban por fisurar el bloqueo de la memoria histórica producida por el golpe de Estado. Sus modos de actuar, públicos y a la vez clandestinos, callejeros al tiempo que inscriptos en instituciones oficiales y alternativas, evidenciaron la idea de cuerpo social como organismo en conflicto y perturbaron la “normalidad” disciplinada de la vida cotidiana bajo represión. El CADA recurrió a soportes muy diversos para sus prácticas: desde volantes arrojados desde una escuadra de aviones, páginas de “pauta publicitaria” en revistas opositoras, conferencias grabadas en audio o video, hasta una flota de camiones repartidores de productos lácteos, montañas de ropa usada o una enorme tela blanca bloqueando la entrada al Museo Nacional de Bellas Artes.