En febrero de 1974, un equipo del Estudio H&S de la RDA llegó a Chile y, pese a la expresa prohibición de la Junta, logró penetrar en dos de los campos de detenidos en el norte de Chile: Chacabuco y Pisagua. Estos documentos fílmicos y sonoros reflejan la realidad de los campos en esos días; los entrevistados no saben quiénes son los que se les acercan, todas las entrevistas se realizaron bajo estricta vigilancia militar. Pero las miradas y las voces hacen sentir las emociones de su vida diaria, la incertidumbre, la arbitrariedad, el miedo al aislamiento y la humillación, y permiten ser testigo de una silenciosa solidaridad entre los detenidos, orientada al deber de sobrevivir y de conservarse para lo que vendrá después. Algunos obreros que provienen de las muchas generaciones presentes en la pampa salitrera ofrecen también su testimonio del dolor, hambre y rebelión, de represalias del pasado y un creciente sentido de unión. En este legado se funda el título de la película. El filme se estrenó en el Festival de Leipzig ese mismo año y luego en otros países.